Cuando en la vida se dan situaciones que sobrepasan nuestros recursos de afrontamiento, una parte de nuestro yo se queda en esa vivencia, en esa reacción.
Esa parte, suele estar relacionada con una parte más joven del yo actual, una parte que se activa y aparece ante determinadas situaciones.
En muchas ocasiones, optamos por intentar eliminar, tapar o esconder esas emociones, entendiendo que así no sufriremos.
El camino no es destruir, quitar, tapar o esconder esa parte, esa emoción, pues en su momento, nos ayudo y nos permitió sobrevivir.
El camino es entender, cuidar, escuchar, acompañar, poder elaborar y comprender la parte herida, una parte que merece ser reconocida y escuchada.
Solo entendiendo el pasado podremos dejarnos fluir en el presente, aceptando lo que surja e integrando todos los aspectos de nuestra personalidad.
Escuchar para aceptar.
Aceptar para integrar.